En caso de emergencia... ¡No rompa el vidrio!
¿PROBLEMAS...? ¿DISGUSTOS...? La vida es generosa y traviesa a la vez; así como ofrece alegrías y gratificaciones, también se presenta con situaciones que inciden negativamente en la calidad de nuestras vidas y nuestras relaciones. La adversidad está a la vuelta de la esquina. ¿Cómo afrontar constructivamente los problemas?
Hijos, parejas, padres, compañeros de trabajo, jefes, colaboradores, vecinos, amigos, conocidos, desconocidos y nosotros mismos cometemos faltas y errores que nos afectan y afectan a otros; en la vida suceden cosas que nos duelen, maltratan y producen disgusto, sufrimiento o angustia. ¿Qué hacer? Pablo Coelho escribió estas palabras en su libro La Quinta Montaña: ante lo inevitable, unos se quedan descorazonados, otros, sin embargo, se hacen más fuertes y los más sabios aprenden…
No creo mucho en las “recetas únicas para la vida” pero tengo una propuesta que he visto funcionar muy bien; es un decálogo de “qué hacer en caso de…”, que se ha ido consolidando en la experiencia pedagógica con niños y adolescentes, en los diálogos de crianza y de vida, escuchando a la gente y claro está, afrontando mis propias dificultades y errores. Aquí va:
EN CASO DE EMERGENCIA... ¡NO ROMPA EL VIDRIO!
Crecer como ser humano es dejar salir lo mejor de sí mismo, es desplegar la más auténtica y amorosa versión de lo que uno es, y los problemas son maravillosas oportunidades para hacerlo; depende de que estemos dispuestos a enfrentarlos y a aprender a partir de ellos.
Este decálogo puede ser de gran ayuda para afrontar la adversidad y crecer con ella a través del encuentro de su sentido y significado; póngalo a prueba cuando alguien le genere un disgusto (las faltas de sus hijos por ejemplo), o cuando algo no resultó como esperaba, o cuando algún error que cometió le cause un profundo malestar.
1. Enfriamiento: Resolver los problemas en “caliente” es una tontería, obviamente cuando no se trata de algo de vida o muerte. Espere a que la mente se calme y se aclare para poder “ver”. Tómese un tiempo, eso sí no muy largo, pues puede ser demasiado tarde si se enfrió demasiado.
2. Dese cuenta: Conserve la calma, tome distancia y observe, no se lo tome personalmente, no se enganche, no muerda el anzuelo, no pierda el centro. La técnica: respirar abdominalmente, profundo, despacio, observando objetivamente lo que está pasando en su entorno y en los demás, pero sobre todo adentro, en su cuerpo, en su mente, en sus emociones y en su corazón...
3. NO deje así: Una vez aclarado el panorama, movilícese, actúe en consecuencia, entre más rápido, mejor. Venza la parálisis, la impulsividad y la indiferencia. La inercia es esa tendencia de los cuerpos a quedarse ahí, a no dejarse mover; a los seres humanos nos pasa lo mismo, nos gusta quedarnos en nuestra “zona de comodidad” así no funcione; lo demuestran dichos tan populares como “mejor malo conocido que bueno por conocer” o las palabras tan pronunciadas “soy así y no pienso cambiar”… ¿las ha escuchado o pronunciado alguna vez? No se instale en la dificultad y la queja. Todo cambia.
4. Hechos y datos: ¿Qué pasó? ¿Qué pasa? ¿Qué te pasa? ¿Qué me pasa? Esta pregunta formulada amorosamente, permite ver las cosas con objetividad evitando suposiciones que conducen a juicios y acciones precipitados, algo que generalmente empeora las cosas. Es una pregunta que incluye al otro, que invita a hablar y nos mueve a escuchar, entender y comprender antes que juzgar.
5. Inteligencia emocional: ¿Cómo me sentí? ¿Cómo me siento? ¿Cómo te sientes? ¿Cómo nos sentimos? Es la pregunta de la empatía. Validar, reconocer y expresar emociones y sentimientos es muy importante a la hora de afrontar adversidades; es algo que sana y permite pasar del choque inicial a la aceptación y la acción. Afrontar problemas no es sólo cuestión de la cabeza; también es un asunto del corazón.
6. Responsabilidad: ¿Qué vas a hacer al respecto? ¿Qué puedo hacer al respecto? ¿Cómo respondo ante esta situación? Esta es la pregunta que empodera. Recuerde que la mayor libertad que tenemos los seres humanos es la de decidir qué hacemos con lo que nos pasa; no somos totalmente libres de elegir lo que nos pasa, pero sí de escoger la forma de relacionarnos y de responder a lo que nos pasa. Asumir la responsabilidad no es echarse la culpa; ¿de dónde salió que resolver un problema es encontrar el culpable? Esas son cortinas de humo que distraen y confunden. Responsabilidad es habilidad de respuesta, “respons-habilidad”.
7. Técnica del sándwich: Elogio – crítica – elogio. Una persona o una institución que no es criticada, no crece; se estanca o se duerme en los laureles. Pero la crítica puede destruir la confianza, la autoestima y la seguridad si no se acompaña de reconocimiento positivo. Somos muy dados a captar lo malo, los errores, las equivocaciones, y nos quedamos cortos con los aspectos positivos. ¿Cómo reparamos los errores? Con lo mejor de nosotros mismos. La técnica del sándwich cuida la autoestima, ayuda a aceptar la crítica, fortalece la resiliencia (capacidad de reponerse ante la adversidad), enriquece las relaciones, protege la confianza y permite conocerse y crecer. Esto es válido también para la auto-crítica: ¿cuántas veces hablo mal de mí mismo en un día? Todos tenemos cualidades.
8. Reparación: Pagar los platos rotos. Si el problema es que se cometió un error o una falta, no repararlo sería cometer otro error. Reparar un error es una maravillosa oportunidad de crecer pues implica aceptar que no somos perfectos, nos conduce a aprendizajes significativos, a conocernos, a perdonar, renueva relaciones, alivia el dolor propio y el ajeno y genera una sana convivencia.
9. Restauración: Recuperar la confianza. Las dificultades, faltas y equivocaciones pueden producir un debilitamiento del vínculo de confianza entre las personas, bien sea entre adultos, en la familia, el trabajo, o consigo mismo. Considero que las claves para recuperar la confianza son las acciones concretas que demuestran cambio y compromiso verdaderos; “obras son amores y no buenas razones” como dicen las abuelas. Recuperar la confianza es cuestión de tiempo y “meritocracia”.
10. Valoración - aprendizaje: ¿Qué aprendí o aprendimos a partir de lo que pasó? ¿Para qué sirvió? ¿Para qué está sirviendo? Es la pregunta que nos invita a darnos cuenta de que nada sucede si un para qué, la que nos mueve a aceptar que las cosas suceden como deben suceder, pues de lo contrario no sucederían, la que nos conduce a la calma y al encuentro del significado y del sentido, del Sentido Vital.
Es muy importante que no crea ciegamente lo que propongo a través de estas palabras; revíselo, afine su propia versión, ensaye y practique desde hoy mismo; con seguridad hay algo que en este momento le está tallando; espero que le funcione para aliviarse, liberarse y reconectarse con su paz interior. Si así es, sígalo usando y compártalo; puede servir a otros. Nuestra familia, nuestro entorno, nuestro país y nuestro planeta nos requieren menos iracundos y preocupados, y más seguros y contentos.
J. Camilo Roa Mackenzie