top of page

Resistencia al cambio


¿Por qué nos resistimos tanto al cambio personal?

Me refiero a la dimensión del SER mejores personas, no a la del tener, hacer o saber. Nos quejamos insistentemente de la situación y del deterioro social y no es mucho lo que hacemos al respecto; a lo mejor no se nos ocurre nada o seguimos esperando que otros lo hagan; de pronto es una cuestión de miedo o pereza ante las implicaciones que tiene salirse de la zona de comodidad; puede ser una situación paradigmática de “mejor malo conocido que bueno por conocer”; de repente se trata simplemente del temor a la cursilería…

Por otra parte me sorprende la motivación de las personas que sí han emprendido un proceso de crecimiento personal: la mayoría lo hace impulsada por una situación de crisis, llámese enfermedad, separación, falta de dinero, desempleo, soledad, violencia, abandono, etc…Conozco muy pocas personas -¿o ninguna?- que hayan emprendido su “viaje interior” simplemente porque sí, en respuesta a un llamado interno.

Lo que me pre-ocupa de esto es que culturalmente, nos hayamos acostumbrado a que el desarrollo humano es una “cura”, o sea que sólo se emprende cuando se está enfermo del SER, del alma o del espíritu, y no se hace nada hasta que la crisis sea insostenible (depresión, vacío existencial y demás).

Bueno, sobre el supuesto de que los seres humanos funcionamos así y reconociendo que nuestra sociedad está muy enferma (¿alguien lo duda?), hagamos algo al respecto. Somos seres sociales, nos necesitamos los unos a los otros, cada uno es responsable (no culpable) de la situación en la medida en que pertenece al grupo social y a que tiene -al menos potencialmente- capacidad de responder ante lo que le pasa como persona y como ciudadano.

Propongo que cada uno de nosotros se pregunte en qué puede seguir cambiando y mejorando como persona en beneficio de su entorno inmediato (familia, barrio, empresa); observarse y revisar actitudes cotidianas tan sencillas como no hacer ni hacerse daño, saludar, sonreir, escuchar con atención, cooperar y compartir, por nombrar algunas. Será un gran aporte a la salud personal y social.

¿Para qué resistirse al cambio? Es un desgaste inútil de energía y un aporte al empeoramiento de una situación que de por sí, ya es muy difícil.

Seamos -sólo por hoy- la mejor versión posible de nosotros mismos; esto hace la diferencia. Seguro que sí.

Y si por casualidad el “oso” de ser mejores personas hace su aparición, acordémonos de uno de nuestros derechos fundamentales:

“El derecho a la cursilería”… ¿Por qué no?

J. Camilo Roa Mackenzie

Marzo 17 de 2010

 

bottom of page