El sentido de volver a casa
Volver a casa forma parte de la vida cotidiana. Deténgase por unos instantes y responda con la cabeza y el corazón:
¿Cuál es el significado y el sentido de regresar a casa todos los días?
El día tiene 24 horas que se viven comúnmente en la casa, en el trabajo, en el ocio y en los desplazamientos. No hay muchos más espacios para vivir la vida. ¿Qué tanta atención le ponemos a la calidad del tiempo –cada vez más reducido- que pasamos en nuestra casa?
Etimológicamente, “casa” denota un refugio para protegerse del frío o el calor; “hogar” hace referencia al fuego que convoca, calienta, ilumina y purifica; lo “sagrado” invita a un viaje interior, a un contacto con lo mejor y más íntimo de sí mismo. Qué bueno hacer de nuestra casa un lugar sagrado donde encontremos protección, calor humano, intimidad, contacto, libertad y paz.
¿Qué tan alejados estamos de este ideal?
Ante las exigencias de la vida moderna, generalmente llegamos a casa fatigados y tensos, y como si fuera poco, hay que hacer oficios, ayudar en las tareas de los niños, hacer vida de pareja, escuchar quejas y reclamos, recibir y pagar cuentas, atender los asuntos familiares, mediar en los conflictos de nuestros hijos, lidiar con los vecinos, etc., entrando fácilmente al campo de batalla.
Es posible hacer del hogar un refugio de paz a pesar de la tensa realidad de la vida de hoy; depende de la forma en que nos relacionemos con esta realidad, de la atención y la determinación con las que hagamos de la casa un nicho de agradable convivencia.
“Si creamos la causa, llega el resultado”, dice la filosofía budista. Presento entonces, algunas sugerencias clasificadas en tres aspectos clave: lo personal, lo comunicativo y lo práctico.
Aspectos personales:
Visualice su casa como un reflejo de su casa interior, o sea de usted mismo, en sus dimensiones corporal, mental, emocional, espiritual y social. ¿Qué siente?
Ejercite diariamente todas sus dimensiones, incluida la espiritual: haga deporte, meditación, yoga, Tai Chi, oración, contemplación, etc. Esto será fundamental no sólo para su cuerpo sino para el manejo inteligente de sus emociones aflictivas.
Elija estar en paz; no permita que sus emociones negativas se adueñen de usted; obsérvese, reconózcalas y transfórmelas; use su libertad y sea el “capitán de su alma”.
El día tiene 24 horas; priorice el tiempo de la casa, siendo cuidadoso con la calidad y la distribución de éste.
Ejercite el arte de poner entre paréntesis la vida exterior al llegar a casa; recuerde que “cada día tiene su propio afán”.
Evite mezclar oficina y casa; la tentación será muy fuerte pues las tecnologías de información y la globalización lo favorecen.
Evite los excesos en su necesidad de control y de perfeccionismo; la flexibilidad y el camino del punto medio son fuente de bienestar, más aun si hay niños en casa.
Revise su concepto del ocio; el tiempo de ocio no es tiempo perdido; el ser humano necesita espacios para descansar, revitalizarse y renovarse.
Permítase “ser” en su casa, recordando que los demás tienen esta misma posibilidad, fundamento de una sana convivencia. La autenticidad es una condición importante para la salud mental del ser humano.
Aspectos comunicativos e interpersonales:
Establezca colectivamente cuáles son esos valores no negociables (por ejemplo, el cuidado, el orden, el respeto y la colaboración) que regulan la convivencia en el hogar y propicie la vivencia de los mismos dando ejemplo permanente.
Practique la escucha activa y utilice con cuidado las palabras; con éstas se puede acariciar o golpear; “senti-piense” antes de hablar.
Propicie el diálogo al interior de la familia teniendo en cuenta que a todos nos gustan los relatos. Una cosa es preguntar “¿cómo te fue?”, otra es contar cómo me fue.
Haga de las comidas un espacio sagrado; convocar puede ser difícil cuando hay muchos distractores. Poco a poco se recupera el hábito.
Genere espacios de actividad participativa como cocinar, juegos de mesa, trabajo corporal y películas con contenido que generen reflexión y diálogo.
Aspectos prácticos:
¿Cuántas pantallas hay en su casa? Desconecte todas las que pueda, son uno de los principales distractores y disociadores de la convivencia familiar. Piense seriamente en sacar las pantallas de las habitaciones. Recupere la conexión con la vida.
Cuide el ambiente del hogar; genere espacios apropiados, póngale atención a la decoración, el orden, la ventilación, la iluminación, las flores y las plantas. En este aspecto, el feng shui es útil e interesante.
Libere espacios; ¿cuántas cosas hay en la casa que ya no utiliza e interfieren con la circulación de las personas y las energías? Pueden servirle a otros o ya no sirven; descongestione su casa y descongestione su vida.
Mantenga frutas y comida saludable; así propicia una sensación de “qué rico estar en casa”.
Tenga un espacio especial para sentarse a meditar o a orar; será el refugio dentro del refugio, el sitio donde pueda estar en contacto con su ser interior.
De usted depende hacer de su casa un espacio de afecto, descanso y renovación. Comience por su casa personal representada en su cuerpo y su ser interior; el regreso a casa es el regreso a uno mismo. Si siente que la armonía del hogar se ha debilitado, siempre estará a tiempo de recuperarla; recuerde que en su interior y en el de todos los seres humanos, reside un inmenso potencial de paz; rescátelo y cuídelo, es un tesoro.
Encontrarle sentido a las cosas de la vida es percibir el valor que éstas encierran; encontrarle sentido a volver a casa es sentirse atraído hacia ese viaje interior que conduce a la armonía, aceptando cada día la invitación que la vida nos hace a transformarnos, haciendo de nosotros mismos y de nuestro hogar un refugio sagrado de amor, convivencia, autenticidad y paz.
J. Camilo Roa Mackenzie Diciembre 23 de 2011