La separación consciente: mamá y papá ya no viven juntos
La separación de los padres es una situación compleja y dolorosa; pero puede convertirse en una experiencia de cambio, aprendizaje y crecimiento, tanto a nivel personal como familiar, siempre y cuando la actitud y la consciencia de los adultos involucrados lo propicie...
Este artículo surge de las preguntas formuladas en días pasados por la revista Edu.co; comparto aquí mis apreciaciones.
¿Cuáles son las principales causas de una separación?
Son muchas y de diferente índole, sin embargo y desde mi perspectiva, pueden agruparse en una sola: la ausencia de sentido. Llega un momento en que la convivencia deja de ser algo posible y valioso debido a una mezcla de factores económicos, sociales, culturales y emocionales que conducen a que la pareja, por iniciativa individual o conjunta se separe. Situaciones como la presión económica, la falta de apoyo en el hogar, la mala comunicación, la rutina, las diferencias individuales, la dependencia, la incomprensión, las relaciones anteriores no resueltas, los celos, la desconfianza, la irresponsabilidad, el egoísmo, la inmadurez, el desamor, los conflictos sexuales, la infidelidad, el maltrato, las enfermedades físicas o mentales, etc., propician desgaste del vínculo y rupturas de pareja.
¿Es normal que el menor de edad cambie radicalmente su conducta luego de la separación?
Más que normal, yo diría que es natural. Ante la separación de los papás y dependiendo de la edad de los hijos y de las características de la situación que termina y se transforma, el menor cambia y puede estar más tranquilo o más confundido y ansioso. La amplitud y profundidad de este cambio varían según las circunstancias y no siempre el cambio es radical, más bien es gradual. En términos generales, los niños, así como sus padres, pasan por tres etapas: una de “shock”, una de negación y protesta, y una de aceptación y encuentro de sentido.
En la etapa inicial, luego de la separación pueden aparecer cambios de conducta relacionados con rabia, pataletas, desconfianza, inseguridad, miedo, negación, conflictos de lealtad, ansiedad, tristeza y desgano. Algunos menores de cinco años pueden experimentar también regresiones en su comportamiento; esta edad marca una diferencia importante pues a partir de los cinco años los niños pueden comprender mejor lo que está sucediendo y tienen mayores posibilidades de expresión de sentimientos. En el caso de los adolescentes, pueden presentarse actitudes de enojo, confusión y ansiedad que pueden incidir en sus procesos de construcción de identidad y auto-concepto.
¿Cuáles son las principales manifestaciones de rechazo que puede presentar?
Puede presentar una fuerte negación hacia lo que sucede, aversión al estudio, a la comida, al afecto, a los amigos, al descanso y a la recreación. Con respecto a sus papás, si desafortunadamente los niños se han visto involucrados en el conflicto adulto, o han sido testigos de eventos desagradables, pueden darse situaciones de rechazo y culpabilización hacia alguno de sus padres. Puede darse también que si el niño se siente culpable por la separación de sus papás asuma actitudes de baja autoestima y rechazo de sí mismo. En los adolescentes, la rebeldía y el distanciamiento pueden subir de nivel abruptamente.
¿A partir de qué edad los niños son conscientes de la separación?
A partir del embarazo el niño percibe actitudes y sentimientos que van dejando huellas profundas en su parte no consciente. Es un mito pensar que los niños no se dan cuenta de las cosas por debajo de cierta edad; ellos están atentos a todo lo que pasa, como esponjas, pero como dije anteriormente, los cinco años son una edad que marca diferencias importantes en la forma en que el niño comprende y se adapta a la nueva situación.
En cuanto a lo que sucede, es importante que al niño le quede claro que la separación de sus papás es una decisión de ellos, que no es culpa de é y que no es una consecuencia o una muestra de que no lo aman ni se interesan en él; hay que aclararle esto pues el niño dentro de su inocencia, su imaginación y su desinformación puede hacer lecturas equivocadas de lo que realmente pasa entre sus papás.
¿Cuál debe ser la posición de los padres frente al pequeño para explicarle la situación por la que están atravesando?
Lo primero es que el adulto logre recuperar y mantener el centro de tal forma que la relación con los niños no se vea afectada por la agresividad, la ansiedad la impulsividad o el aislamiento de sus papás motivado por la exigente situación emocional que éstos atraviesan; de esta forma podrán relacionarse sanamente con sus hijos para acompañarlos en el proceso de adaptarse a la nueva situación.
Desde el comienzo, debe quedar claro tanto en la pareja como en los hijos, que es el vínculo de la pareja y la organización de la familia lo que se transforma, pero que bajo ninguna circunstancia el niño se queda sin papá o sin mamá, a no ser que se trate de un caso de abandono, claro está. La ruptura es entre dos adultos y los niños no tienen porqué verse involucrados y formar parte del conflicto forzándolos a tomar partido, convirtiéndolos en mensajeros y vehículos del rencor y el descontento de los padres, o involucrándolos en la situación de conflicto de poderes, dolor, depresión o angustia que mamá o papá puedan estar pasando.
En cuanto a la comunicación, es muy importante que papá y mamá se hayan puesto de acuerdo oportunamente y que sean claros, precisos, honestos, coherentes y muy cuidadosos con lo que dicen y la forma como lo dicen, teniendo en cuenta la edad de los niños y evitando caer en las trampas de la culpa, la lástima, la victimización, el rencor y los deseos de venganza.
¿Cómo se debe aconsejar, cuáles son las actividades más propicias o el mejor ambiente para que el menor enfrente este momento de duelo (recomendaciones)?
Antes de aconsejar, considero importante preguntarle al niño qué le pasa y cómo se siente para poderlo escuchar y reconocer sus sentimientos y necesidades. Una vez haya más claridad, la comunicación podrá hacerse evitando suposiciones y de una manera más amorosa y efectiva.
En cuanto al ambiente, los padres de familia somos creadores de condiciones y posibilidades para que los niños crezcan sanamente y desplieguen su potencial positivo; un ambiente de firmeza, escucha, calidez y amabilidad permanentes son un factor clave para captar y atender las necesidades de los niños, independientemente de las circunstancias, pero sobre todo en situaciones de crisis.
Las actividades más propicias son las de la vida cotidiana y aquellas relacionadas con sus gustos, sus potenciales y sus responsabilidades en la casa y el colegio; de esta forma, se restablecerán gradualmente la actividad y la armonía en el hogar.
Como recomendación importante, papá y mamá tienen que cuidarse de caer en la trampa generada por los sentimientos de culpa, que los lleva a sobreproteger, distraer o compensar a los niños, llenándolos de actividades o cosas y dándoles gusto en todo, creyendo que con esto evitan que se den cuenta o que sufran.
¿Cómo lograr que supere el duelo?
Toda la familia debe elaborar el duelo, no sólo los niños. Los papás tienen que hacer este trabajo para dar ejemplo a sus hijos. Es cuestión de tiempo.
Hay que comprender que un duelo es sobre todo un proceso gradual; lo primero es aceptarlo y vivirlo a consciencia, para que poco a poco vaya sanando y la familia transformada se adapte a lo nuevo. En la medida en que los miembros de la familia comprendan que superar el duelo implica aceptar que lo que pasó y lo que está pasando es real, que las cosas cambiaron, y que a pesar de lo doloroso que pueda llegar a ser, la vida sigue adelante y se abren nuevas posibilidades, la situación se irá estabilizando y la calma retornará a la vida cotidiana.
¿Las figuras masculina y femenina son obligatorias en el hogar?
Más que en el hogar y más que obligatorias, considero que son importantes en el proceso formativo de los niños; la clave está en que haya presencia masculina y femenina sana en la vida cotidiana. La única posibilidad de esta presencia no está en la familia nuclear; los niños también captan estas figuras en su familia extendida (tíos, abuelos, primos), en los amigos de sus padres, en su colegio a través de sus maestros y de alguna forma (no siempre muy conveniente) en los medios de comunicación.
¿Cómo fortalecer el vínculo con el padre o la madre que se aleja (se va de la casa)?
Para mantener y fortalecer un vínculo de buena calidad, son importantes algunos aspectos que ojalá también se den en parejas que siguen juntas: lo primero es que exista un pacto de no agresión y de no descalificación cuando los niños estén presentes; hablarle mal a un niño de su papá o de su mamá es algo que le duele y lo confunde mucho, por esto hay que evitarlo al máximo; el problema entre adultos no tiene porqué llegarle a los niños. Lo segundo es que haya un acuerdo de responsabilidades, visitas y salidas, y que éstos se recuerden y se cumplan sagradamente. Lo tercero es que papá y mamá entiendan que siguen siendo modelo de autoridad y hagan un gran esfuerzo por estar de acuerdo con respecto a los valores, las normas, los límites y las consecuencias que siguen rigiendo en la familia a pesar de la transformación; esto no es fácil dadas las diferencias que los llevaron a separarse, pero vale la pena si entendemos el beneficio que trae al sano desarrollo de un niño el crecer en un ambiente coherente de sana convivencia.
¿Cuál es el tiempo promedio para que el menor supere ese sentimiento de dolor, y si ha pasado más de la cuenta qué se debe hacer?
Cada caso es particular; esta es una situación en la que no se pueden hacer generalizaciones. Los cambios toman su tiempo. De todas formas la experiencia dolorosa de la separación estará presente durante toda la vida. Se trata entonces de lograr aceptar la situación, aprender a seguir adelante a pesar del dolor para adaptarse a lo nuevo. En todo caso, si con el paso de algunas semanas persiste en el niño una actitud de no aceptación, de tristeza, rabia y desconsuelo, es importante observar de cerca la situación, y buscar y encontrar ayuda, comenzando por los adultos, pues esto puede ser una clara señal de que no están manejando convenientemente la situación. Pretender que el niño sea el que se adapte y cambie sin que los adultos se transformen es una injusticia, una utopía y una pretensión que se sale de las posibilidades de un menor de edad. Como dicen por ahí, “la caridad comienza por casa”.
¿Las familias de ambas partes y el colegio qué papel debe jugar en todo esto?
La familia y el colegio juegan un papel fundamental de acompañamiento que ojalá sea comprensivo y cooperativo; lo principal es que esa presencia esté enmarcada en el respeto y en la consideración, evitando el juicio, la crítica, el aislamiento y la condena precipitados que empeoran las cosas pues favorecen la confusión y la ansiedad en los niños y en sus padres. En el proceso de transformación, es saludable y gratificante contar con la familia extendida y el colegio como parte importante de la red de apoyo que acompañará la nueva situación.
CONCLUSIÓN
Separación de la pareja: ¿fracaso o transformación? La ruptura de las parejas es una realidad; posiblemente, en un futuro que ojalá sea próximo, la expansión de la consciencia humana nos lleve a la consolidación de una familia más estable y duradera. Por ahora, es importante aceptar esta realidad y desarrollar unas condiciones que permitan darle un manejo adecuado que permita sanar el dolor que conlleve y que favorezca el crecimiento y el desarrollo personal de los involucrados. Esto depende de la conciencia y de la actitud de los padres que se separan, y de que, a pesar de lo doloroso e incómodo que pueda llegar a ser, la separación los lleve a desplegar lo mejor de sí mismos en beneficio propio y sobre todo, en beneficio de sus hijos. Por esto, más que un fracaso es una oportunidad, y como dije al principio, depende de la madurez y de la consciencia de los adultos de que así sea.
J. CAMILO ROA MACKENZIE - Educador Septiembre de 2011