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Agradecer: más que urbanidad, un poderoso factor de protección


Agradecer es compartir la alegría que surge cuando recibimos algo que consideramos valioso e importante o cuando nos damos cuenta de lo afortunados que somos por el hecho de ser, estar, tener o pertenecer en una inmensa diversidad de circunstancias, por ejemplo ser humano, estar vivo, tener salud o pertenecer a una familia.

Entonces, la gratitud en el sentido amplio de la palabra es una expresión de celebración y reconocimiento emocionado que emerge de nuestra cabeza y nuestro corazón cuando nos damos cuenta de lo afortunados que somos al recibir o al tener algo que nos genera agrado y bienestar. La gratitud es el resultado de percibir lo valioso de la vida y también viceversa, pues cuando percibimos lo valioso nos sentimos agradecidos.

Pero la cosa no termina aquí. En general, ¿qué hacemos con aquello que valoramos? Lo cuidamos. Lo que se valora, se cuida, y en esto radica el poder de la gratitud, pues nos conecta con la percepción de lo valioso, activando automáticamente la intención de cuidar, de no dañar, de no perder o desechar eso que consideramos útil e importante. Así, la gratitud nos conecta con el amor y el amar. Por eso, agradecer es un poderoso factor de protección.

En este punto, es importante recordar que la percepción de lo valioso de la vida está íntimamente relacionada con la percepción del sentido de la vida. De esta forma, al sentirnos agradecidos nos conectamos con nuestro sentido vital y por consiguiente con la posibilidad de vivir una vida buena. Al respecto los invito a leer en este blog el artículo "Sentido de vida: ¿buscarlo o encontrarlo?"

Ilustraré esto de las valoraciones que cuidan la vida con algunos ejemplos:

  • Un adolescente que valora su cuerpo, lo cuida. Esto lo protege del consumo de sustancias y de hacerse daño.

  • Una adolescente que respeta y valora su cuerpo y el de los demás, los cuida. Esto la lleva a un desarrollo sano de su sexualidad.

  • Un adulto que valora su vida, la cuida. Duerme lo suficiente, descansa, se alimenta bien, visita al médico regularmente y hace ejercicio.

  • Un niño que valora sus juguetes, los cuida. Esto lo invita a ponerlos en su sitio.

  • Un ejecutivo que valora su equipo de trabajo, lo cuida. Crea condiciones favorables de trabajo, aprendizaje, promoción y responsabilidad social.

  • Una mujer que valora su dignidad, la cuida. Pone límites claros ante cualquier intento de intimidación o abuso.

  • Un campesino que valora la generosidad de su tierra, la protege. Utiliza su trabajo y sus conocimientos para renovarla.

  • Un político que valora la infancia, la cuida. Utiliza su poder para protegerla y crear condiciones favorables a su sano desarrollo.

Valorar mi cuerpo, mi vida, mis juguetes, mi equipo de trabajo, mi dignidad, mi planeta y la niñez, me mueve a cuidarlos. Por esto, la gratitud bien entendida, se traduce en un potente factor de cuidado y protección pues moviliza las valoraciones que a su vez movilizan los actos de cuidado.

Jean Paul Sartre dijo: "Podrás obligarme a darte las gracias, pero nunca a que me sienta agradecido . Esto me lleva a la pregunta clave: ¿Cómo fomentar en los niños, los adolescentes y en nosotros los adultos esta gratitud auténtica que surge de las valoraciones e invita a cuidar por convicción?

Se me ocurren algunas ideas y actitudes útiles:

  • Expresar la gratitud como una celebración: la gratitud no es únicamente un acto de buena educación. Es recibir con alegría; es un reconocimiento, un festejo, una expresión de buena fortuna por lo recibido y lo vivido.

  • La gratitud se contagia: la gratitud es un valor, y los valores no se enseñan; se transmiten por contagio. Recordar que "la palabra convence, pero el ejemplo arrastra" ayuda a poner en práctica la "pedagogía del contagio".

  • Practicar a diario: cada día presenta momentos especiales para renovar la gratitud. Por ejemplo, al levantarse agradecer un nuevo día, al beber agua o entrar a la ducha agradecer el agua, antes de dormir agradecer lo vivido o lo aprendido, antes de tomar los alimentos hacer consciencia de su origen y de la intervención de muchas personas para que hayan llegado a nuestra mesa. Al respecto de este punto recomiendo la lectura "Despertemos a Juan".

  • Entrenar la consciencia: la consciencia es el órgano que percibe y reconoce los valores. Entrenar la atención (meditación, atención plena -mindfulness-, contemplación, yoga, etc.) ayuda poderosamente a estar atentos para percibir y expresar lo importante y significativo de lo que recibimos o tenemos, y desde allí agradecer y cuidar.

  • Recuperar y entrenar la capacidad de asombro: estar atentos a la belleza y la magia inmersas en los pequeños detalles que están frente a nosotros, estimula nuestra capacidad de percibir cognitiva y afectivamente lo maravilloso y valioso que habita en lo sencillo.

  • Llevar la gratitud al terreno del Ser: agradecer lo que tenemos, lo que hacemos, lo que podemos y lo que sabemos es importante. Igual de importante es agradecer lo que somos: seres humanos viviendo una experiencia vital con una oportunidad de descubrimiento, despliegue y realización de nuestro potencial corporal, intelectual, emocional, espiritual y social.

  • Agradecer las experiencias vividas: lo vivido quedó en el pasado, pero vuelve al presente en cuanto a la experiencia y aprendizajes que nos dejó. Agradecer estas experiencias nos recuerda el valor de lo aprendido y su importancia para una mejor calidad de nuestra vida.

  • Crear situaciones de "frustración medida": cuando las cosas se obtienen fácilmente y sin mayor esfuerzo, se corre el riesgo de perder la noción de lo valioso, y lo que no se valora, no se cuida. Esto es especialmente importante en la formación de los niños y los adolescentes. Un adolescente que pierde su teléfono celular y se le repone de inmediato, lo valora de una forma muy distinta al adolescente que tiene que esperar un tiempo y reponerlo con parte de su mesada o sus ahorros.

Para cerrar esta reflexión, quiero compartir el inmenso sentimiento de gratitud que siento hacia nuestro planeta Tierra por la infinita cantidad de recursos que provee para sustentar nuestra vida; su generosidad es gigante. Este agradecimiento me recuerda permanentemente lo valiosa que es y me mueve a cuidarla y honrarla. Los invito a unirse a este sentimiento/propósito.

Y ahora, ¿qué tal dedicar unos instantes para completar esta frase?

Hoy me siento agradecido / agradecida por...

 

CAMILO ROA MACKENZIE

Papá desde 1982, abuelo desde 2013. Orientador y coach; comprometido con la educación como gestora esencial de la transformación positiva de la humanidad.

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